CARÁCTER PROPIO

La Congregación de Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo nace en el seno de la Orden del Carmen y es una vocación específica, suscitada por el Espíritu en la persona de Madre Elisea y Fundadoras, llamadas a ser testigos del Dios vivo, buscando y transmitiendo la Verdad, la Libertad y la Esperanza en el corazón del mundo.
La Congregación nace y crece para vivir al servicio de la Iglesia y de los hermanos, procurando dar respuesta a las necesidades reales de cada tiempo, desde los horizontes de Misión, que se abren en cada momento y lugar. Motivación constante para la humanización del mundo y la conversión del hombre hacia aquellos valores que dan calidad y sentido a la existencia, “engrendando a Cristo en la vida y en la historia”.
La congregación es “fraternidad contemplativa” que busca el rostro de Dios en los diferentes acontecimientos de la vida. Un modo de ser y de estar “en medio del pueblo” como señal profética en el encuentro, la acogida y la relación entre los hombres; potenciando la construcción del verdadero Reino y utilizando un lenguaje de valentía, disponibilidad, alabanza y mediación, que bebe en las fuentes del Profeta Elías y la Virgen María.
Para ser signo reconocible del Señor Resucitado, gestando un hombre nuevo en el tercer milenio, una “nueva civilización del amor”. Vivir la espiritualidad como proyecto de vida. Un itinerario y crecimiento indispensable, para dar al Carisma funcional la forma de un estilo de vida, que subraye la relación con Dios, con los hermanos y con las cosas.
Conscientes del verdadero sentido y riqueza de la propia historia:
Saber discernir y refunda, dejar fluir en cada momento el agua de la vida brotada del manantial e ir canalizando, desde el ayer para hoy, con sentido providente del mañana, siendo conscientes de la exigencia de apertura y respuestas profética.
Superar el atavismo de la ley, es decir, considerar las normas “razones de amor”, que potencian la autenticidad carismática y la recta conciencia.
Decidir siempre: FORMARSE – VIVIR – TRANSMITIR.
ü Sencillez evangélica
ü Oración – contemplación.
ü Alabanza y gratitud al Señor.
ü Amor e identificación con María.
ü Espíritu y vivencia de fraternidad: Comunidad: Epifanía de la presencia de Dios.
ü Confianza y abandono en la Providencia.
ü Sentido de provisionalidad.
ü Austeridad de vida.
ü Disponibilidad y apertura a las necesidades de los tiempos.
ü Acogida a todos, con preferencia a los más pobres.